Durante toda mi vida, cada vez que pensaba en dar gracias, siempre se trataba de cosas ajenas a mí. “Gracias por mi familia”, “Gracias por tener un hogar”, “Gracias por mis amigos”, “Gracias por tener trabajo”...
Creo que muchos de nosotros hacemos lo mismo. Cuando pensamos en la gratitud, lo primero que nos viene a la cabeza son esas cosas que están fuera de nosotros. Y oye, no te me malinterpretes, todas esas cosas son increíbles y por supuesto, son dignas de agradecimiento. Pero, aunque dar gracias por todas estas cosas nos da una pequeña dosis de felicidad instantánea, no necesariamente nos llena en el largo plazo, ni nos proporciona ese bienestar duradero.
Un día me paré en seco y me pregunté a mí misma: ¿Y qué pasa con darme las gracias a mi misma? ¿Por qué nunca me he tomado un momentito para agradecerme por existir, por ser quien soy, por las experiencias que he transitado, por lo que he aprendido? ¿Por qué nadie me ha enseñado sobre la autogratitud?
Claro que tener personas que nos apoyen en nuestra vida y pertenencias particulares son bendiciones y, aún así, la verdadera bendición comienza con saber lo que valemos.
La práctica de la gratitud interna, o como a mi me gusta llamarlo: la autogratitud, puede ser el punto más importante para experimentar paz mental y transformar nuestra vida.
Continúa leyendo si quieres aprender cómo practicar la gratitud hacia ti mismo.
Agradeciendo Nuestras Luces y SombrasAgradeciendo Nuestras Luces y Sombras
La autogratitud es el acto de reconocer y valorar todas nuestras partes, las brillantes y las oscuras. Las luces, nuestros talentos y virtudes, son fáciles de amar. Son las partes de nosotros que brillan y guían nuestro camino.
Pero también tenemos sombras: miedos, inseguridades y errores. Son las partes que a menudo ocultamos. A través de la autogratitud, podemos abrazar nuestras sombras, reconociendo que también tienen un propósito y son una parte integral de lo que somos.
Practicar la autogratitud significa apreciar toda nuestra esencia, incluso las partes que a veces preferimos esconder e ignorar. Es un acto de coraje y autoaceptación.
Aquí tienes una idea de cómo se puede practicar.
Hacia tus Luces:
"Agradezco mi habilidad para comunicarme, mi generosidad, mi creatividad... Celebro mis logros y mi resiliencia. Aprecio cómo cuido de mi salud y nutro mi mente y cuerpo."
Hacia tus Sombras:
"Hoy, reconozco y agradezco las emoción de resentimiento. Es difícil, pero al mismo tiempo, me proporciona información valiosa sobre mí. Agradezco las oportunidades de crecimiento que se presentan cuando desafío mis patrones egoístas.
La gratitud hacia ti mismo como un acto de bondad:
Estamos tan acostumbrados a ser humildes que incluso el acto de agradecernos a nosotros mismos puede sentirse como algo “malo”. Pero aquí va una verdad: celebrarte a ti mismo es lo que te hace bondadoso.
La autogratitud es un catalizador poderoso para la bondad, tanto hacia uno mismo como hacia los demás porque nos permite cultivar un sentido de autoaceptación y autocompasión. Cuando te sientes agradecido por ti mismo, por tus logros, errores, fortalezas y debilidades, desarrollas una actitud de amor y bondad. Reconoces que eres humano, qué estás aprendiendo y creciendo, y que mereces amabilidad y comprensión, especialmente de ti mismo.
Cuando te das cuenta de esto y te agradeces a ti mismo de todas formas, te vuelves más comprensivo y bondadoso con los demás. Dejas de juzgar tan duramente, porque entiendes que todos estamos en el mismo barco, intentando hacer lo mejor que podemos con las herramientas que tenemos.
La gratitud como fuente de fortaleza en tiempos difíciles:
Es importante que tengas en cuenta que, aunque es más fácil sentir gratitud interior cuando las cosas van bien, la gratitud también es esencial durante las crisis. La gratitud tiene el poder de traer esperanza cuando nos enfrentamos a desafíos y desesperanza.
La gratitud nos proporciona una perspectiva desde la cual podemos evaluar la crisis desde la comprensión y la oportunidad, y esto nos ayuda a no sentirnos abrumados y estancados, sino a encontrar soluciones al reconocer nuestras capacidades para sobrellevarlo y superarlo. Es una herramienta poderosa que nos hace más resistentes al estrés.
Aquí te dejo ejemplos de cómo encontrar la gratitud en medio de diferentes tipos de crisis:
- Durante una enfermedad personal: Puedes agradecer por el cuidado y el apoyo de los médicos y enfermeras, así como por la fortaleza y resiliencia que estás desarrollando durante este proceso.
- Después de una ruptura amorosa: Agradece por la oportunidad de aprender más sobre ti mismo, tus necesidades y lo que valoras en una relación. También puedes estar agradecido por tener más tiempo y espacio para dedicarte a ti mismo.
- Si pierdes tu empleo: Agradece la posibilidad de explorar nuevas oportunidades laborales, desarrollar nuevas habilidades, o reevaluar lo que realmente quieres en tu carrera.
Estos ejemplos muestran que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay aspectos positivos o oportunidades de crecimiento que podemos apreciar. Esto no significa que debamos ignorar las dificultades, sino que podemos tratar de encontrar un equilibrio al reconocer también lo bueno en medio de la adversidad.
Conclusión
Encontrar momentos de gratitud hacia nosotros mismos y reflexionar sobre nuestros logros y nuestra valía, debería convertirse en algo del día a día. Al aceptar y abrazar todos los aspectos de nosotros mismos, experimentamos auténtico amor propio y congruencia.
Este proceso de madurez emocional nos permite encontrar la paz interior y desarrollar confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad de recuperación. Reconocemos todas las herramientas que poseemos y que nos permiten afrontar las situaciones que puedan surgir.